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La primera
mención de una música efectiva en las batallas se remite a la de Jericó,
cuando los Hebreos, en su éxodo por el desierto, llevaban trompetas
a cuyos toques se reunían las 12 tribus para los actos comunes, de culto o para
deliberación de los jefes. Esas mismas trompetas fueron utilizadas como
destructora arma contra la Bíblica Jericó.
Recuérdese, que sucesivamente sitiada por
los Israelitas, la ciudad se rindió después que sus murallas fueron
milagrosamente derribadas por 7 sacerdotes que ejecutaban sus trompetas, y
según dicen también, por el griterío del resto de los sitiadores.
–El
número 7 se repite mucho en esta historia, porque no solo eran 7 los
sacerdotes, sino que fueron 7 las vueltas que dieron alrededor de Jericó, y a
la 7ma. las murallas cedieron. También cuentan que la ciudad fue reconstruida
500 años después, ya en una época mucho más cercana a nosotros, en el siglo IX
a. de J.C. durante el mandato del rey Akkad.
Los Griegos
clásicos también utilizaban instrumentos de viento y percusión
durante las guerras. En la batalla de Maratón
(490 a. de J.C.), -en la que aquel soldado corrió 42 km. para decir que habían
ganado batalla a los Persas-, durante la lucha advirtieron los griegos
que se avecinaba la victoria, porque dejaron de sonar los “cornos persas”.
Estos sonaron durante toda la contienda
hasta que dejaron de oírse, porque únicamente muertos sus ejecutantes
dejaban de hacerlo. Así conjeturaron los griegos que su triunfo ya estaba
cerca. Además, más que provocar el entusiasmo persa, el sonido de estos cornos
irritaban aún más a los griegos, que con tal de no oírlos eran capaces de
gestos del mayor heroísmo.
Alejandro Magno
debe de haber sido el primero en establecer códigos de señales con la
música, antecedentes remotos de los actuales toques reglamentarios de
corneta para comunicar órdenes (silencio, ataque, retirada, diana, etc.)
En la conquista del Asia
las cornetas
griegas también hacían distintos toques, según
se necesitara avanzar, retroceder... No conocemos nosotros el código de
Alejandro pero, habría un toque para cada acción. Pero al parecer a Alejandro
no le gustaban las músicas tristes y tampoco le gustaban los ejecutantes que no
tocaban sus ordenes en la batalla con suficiente convicción, pero incluso
cuando encontraba un buen músico parece que Alejandro se deprimía mucho y a
veces hasta se ponía furioso cuando alguno tocaba
demasiado bien; parece que la música le hacía demasiado efecto y hasta le daba
por pelear, pero bueno, no sabemos si es cierto esto, o no.
Otro famoso hombre de
armas decía que, la Música Militar era solo “un ruido”, quizás el menos
desagradable, pero un ruido al fin.
Napoleón redujo
toda la expresión musical de sus tropas solamente a los tambores.
Las legiones Romanas contaban
durante su con-quista de la
Galia con grupos de soldados músicos que precedían en
el avance a las tropas, gente que debía ser muy valiente para ello.
Portaban trompas arrolladas en el hombro que llamaban “corum e
buccina”. Pero, aquellos romanos
quedaron muy asombrados con algo que
vieron en Hispania; encontraron
tropas que los enfrentaban, -aún siendo
superadas en número-, una y mil veces, y
este enemigo parece que obtenían mucho valor de unos tambores que
habrían sido hechos con la piel de jefes muertos en combates, y que de
este modo excitaban con su sonido la furia y el deseo de venganza en los
soldados.
En el siglo XI algo parecido sucedió: Se produjo en España la
invasión de los Almorávides al mando de Yusuf –los almorávides venían de las regiones desérticas
del Atlas Mangreví y propugnaban un estado teocrático basado en el Corán,
pero estaban en contra incluso de los Musulmanes que vivían en España,
de manera que primero se cargaron a los musulmanes de España y después la
emprendieron contra los cristianos, y parece que no había forma
de vencerlos, porque hacían sonar unos tambores hechos con piel de
hipopótamo que sonaban muy fuerte, entonces los enemigos, ante estos
estruendos generalmente, se desbandaban víctimas del terror.
Acerca del terror
provocado por el estruendo, dígase de las primeras experiencias militares con
pólvora, más que causar estrago por los soldados muertos con las piedras o con
las balas arrojadas por la pólvora, causaban desbandadas en virtud del miedo
que les infundía a los enemigos el ruido –o sea que la pólvora era en
principio mucho más eficaz por el ruido que por las balas que lanzaba- En este
caso, en el de los almorávides, parece que estos tambores –que eran muchísimos
por otra parte- hechos con piel de
hipopótamo, sonaban tan fuerte que todos
huían despavoridos.
El caso es que,
finalmente un ejército cristiano fue capaz de no aturdirse por aquel
terrible sonido que metía tanto miedo, y este ejército fue casualmente el de Rodrigo
Díaz de Vivar, nada menos que “El Cid”.
A la vez que la música instrumental se fue
desarrollando en los ejércitos de la antigüedad, también empezó a crecer el
género de los himnos, que tiene un innegable parentesco con la música
militar, porque se propone despertar este sentimiento patriótico y guerrero del
que hablábamos al principio. Ejemplos antiquísimos aparecen en la India con el Himno
de Brama, compuesto 2000 años a. de J.C. El Himno del Nilo, utilizado
por los ejércitos egipcios, especialmente luchando contra los Hititas.
Los himnos Davídicos entonados por el pueblo Hebreo en los años
de esplendor del rey David y
Salomón; Después los cantares
de gestas medievales, que acompañaban a las tropas de aquella época
que fueron quizás el paso previo a los Himnos Nacionales que luego aparecieron.
En el siglo XVIII
aparecen ya algunos Himnos Nacionales, casi todos surgidos de ambientes
beligerantes. El caso más célebre es el de la Marsellesa creado
en 1792 por Rouget de Lisle, oficial
de ingenieros, durante la
marcha sobre París de los revolucionarios.
Lisle comenzó a entonarla de modo tan ferviente, que su melodía resultó contagiosa que pronto la cantó todo el pueblo.
En ese mismo siglo
XVIII, algunos grandes compositores de música sinfónica crearon también obras
de estilo militar, que enseguida fueron adoptadas por las bandas de los
ejércitos (Haydn, Mozart) que compusieron cientos de marchas. Las de
Haydn incluso inspiraron a los Himnos de Rusia y de Austria.
La
lucha por la Unidad
Italiana también contó con un aliado musical impresionante, Giuseppe
Verdi; recordándose que los italianos pintaban las paredes con el nombre de Verdi, y con el cual
significaban la frase
“Viva El Rey De Italia”, en
referencia a Víctor Manuel de Saboya.
Verdi compuso para algunas de sus óperas,
música de raíz militar que rápidamente fue utilizada por los soldados. Sucedió
con la Marcha
Triunfal de Aída, o con el Coro de los Esclavos
del Nabucco que no es otro que el “Va pensiero”, que era por otra
parte la música preferida de los Italiani Unitti y se la cantaban con odio a
los invasores austríacos que dominaban una porción del norte de
Italia, como parte del Imperio Austrohúngaro.
- Fuente: De una
inolvidable noche (01-02-2000.) de un programa radial del negro Dolina.
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