- Lo cierto es que nuestro gaucho usaba este tipo de bragas desde el siglo XVIII, primero por debajo del "calzón" típico español o pantalón sastreado, reemplazado en los albores de la independencia por el chiripá, y que vino a denominarse "calzoncillo", que bien podía ser sencillito tanto como "cribado" según la jerarquía y posición del portador.
- Confeccionados en hilo de algodón hilado a mano, de fabricación criolla, tejido en los obrajes de la zona litoraleña, "pohobi", en Tucumán, Mendoza e incluso tela traída de Quito y Cochabamba, o de lino, de la cintura hacia abajo su largo fue variable según las épocas, bien hasta la pantorrilla o cubriendo los tobillos (siglo XIX), con o sin calados o cribos y con flecos en los bajos.
- Pero lo distintivo del "calzoncillo cribado" era, precisamente, el trabajo de bordadura ornamental, trabajo que respondía a una tradición de artesanías femeninas de la península y que era en un todo similar al que se realizaba en camisas (de varón y de mujer), en la ropa blanca de la casa, en sábanas y toallas.
- Pero era en la cuestión del ornato en donde estribaba lo sustancial del asunto pues, de acuerdo con su complejidad, se marcaban las diferencias. A unos diez o doce centímetros por debajo del borde del calzoncillo aparecía una franja, que solía ser también de ancho variable, en la que se desplegaba el lujo sea con bordaduras o "cribos", flecos y "vainillas" de distinto ancho y con trabajos diversos. Y así nos lo consigna Auguste de Saint-Hilaire, en Voyage à Rio Grande do Sul (1816- 22, Orleans, 1887) cuando dice: "Tienen anchos pantalones (calzoncillos) de una tela de algodón casero y el extremo de cada pierna se termina con cribos o puntillas, por encima de cuyos deshilados hay, muchas veces, un trabajo de bordado".
- Con el nombre general de "cribos" se distinguen dos adornos diferentes, a saber: el "cribado" o calado, trabajado sobre la misma tela y también llamado "añasgado" o "añejado". Estos son dibujos realizados con aguja directamente deshilando la tela y las "puntillas", como ser bolillos y randas de punta, que se trabajan aparte de la tela. La randa es una malla de ojo rectangular con dibujos geométricos superpuestos. El tercer tipo de adorno es el fleco.
- Por lo general no se usaban más de dos hileras de "cribos" como máximo y, entre ellas, se realizaban los bordados y vainillados artesanales con diferentes motivos, desde flores pequeñas y discretas, hasta inscripciones, como en la época de Rosas con consignas tales como "Viva el Restaurador", o bien con las iniciales de su dueño, cosa de impedir toda sospecha de que prenda tan preciada fuera producto de robo.
- El calzoncillo cribado contaba también, por delante y arriba, con una pretina con tres o cuatro botones y, por detrás, con una doble presilla, para regular el ancho de la cintura. Otra presilla, en el centro y borde inferior de la camisa, permitía la unión de ésta con el calzoncillo, debajo del cual se metían los faldones de la camisa.
- Raras veces, y sólo por necesidad, sea para realizar ciertas faenas o sea para preservar la prenda de la suciedad, se metía la parte inferior del calzoncillo dentro de la bota de potro, estirando bien hacia arriba la caña del calzado.
- Muy en boga hasta el último cuarto del siglo XIX, el calzoncillo cribado era uno de los lujos que el gaucho podía darse y cuanto más calada y compleja la bordadura, mayor era su orgullo de ostentarlo, pero esta moda, por ser artículo costoso en virtud de lo que la encarecía el bordado artesanal, a poco se fue extinguiendo: el chiripá se alarga, cosa de tapar la mengua de ornamentos y finalmente, los predecibles cambios a los que obligó el progreso, terminaron por destronar al chiripá y al calzoncillo cribado a favor de la bombacha de campo.
Fuente: Silvia Long-Ohni - LA NACION.
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