"Memorias de Adriano",
escribió:
"Dudo que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud, a lo sumo le cambiarán el nombre".
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Hasta no hace mucho tiempo en Estados Unidos, a los esclavos nuevos se les ataba una bola negra de hierro muy irregular (no era una bola perfecta), con una cadena y un grillete, al pie, para que no escaparan corriendo de los campos de algodón.
Los amos, para usar un eufemismo (palabra políticamente más correcta, suena más bonito), le llamaban "BlackBerry" (cereza negra). Ese era el símbolo de la esclavitud. Un esclavo estaría forzado a dejar su vida hasta perecer sin poder escapar en esos campos de siembra. Así se hicieron las riquezas que hoy dominan el mundo.
Ahora, a los nuevos empleados no se les amarra una bola de hierro para que no escapen; se les da un "BlackBerry" y quedan inalámbricamente atados con ese "grillete", al igual que los esclavos; no lo pueden dejar de lado y quedan atados al trabajo todo el tiempo.
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Es el símbolo moderno de la esclavitud.
Gerentes, ejecutivos, directores y empleados en general tienen uno, y cualquiera puede ver cómo están pegados a él todo el tiempo; en el baño, en el carro, en el cine, en la cena, al dormirse y no hay forma de escapar cuando les llama el jefe o cuando les mandan correos.
No hay manera de decir que no les llegó o que no escucharon, porque ese aparatito avisa si llamaron y no contestaron, si tienen mensajes por leer, si los leyeron y si los demás abrieron sus correos, les marca citas, horarios, les despierta, se apaga solo, se prende solo, y permite estar idiotizado horas en internet, mientras sus esposas, esposos, novias o novios y sus hijos y familias les reclaman porque no les ponen atención.
Y ahí se ven, modernos ejecutivos que se sienten muy importantes porque "el jefe" les dio su BlackBerry para que no escapen de los campos del trabajo.