Dedicado a mi pequeña Fernanda
Lo miré y descubrí la burla,
En un enlace casi incomprensible
Entre el mirar y la comisura de su boca.
Decir lo que juzgaba no hacía falta…
Sobraban las palabras.
Seguí observando y vi la mueca de asco
Fusionarse apretada,
Entre el parpadeo de sus ojos
Y la infame sonrisa de sus labios.
Insustancial sería el hablar…
Lo hacía su mirada.
Destiné mí vista hacia la suya,
Donde el desprecio por la niña,
Insolente regía entre su áspero entrecejo
Y la horrorosa risa de su cara.
Trivial sería el rumor,
Inútil la palabra.
Entonces me alejé sutil y lentamente,
Mostrándole la espalda
Y con la frente en alto.
Rogando que el desprecio que asestó a la muchacha,
Fuera echado en el fuego o reducido a nada,
Para que el Juez Supremo
Que mora en las alturas,
Templara su clemencia y no blandiera su espada.
Beatriz Donato
gonzalez.donato@hotmail.com