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lunes, 10 de febrero de 2014

Mitos y leyendas de nuestro folklore.

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¡Una noche…  en “La Salamanca”!
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“Con la diabla en las ancas Mandinga llegó,
azufrando la noche lunar,
desmontó del caballo y el baile empezó,
con la cola marcando el compás…!”

-Como pequeños gnomos del viejo mundo, pero negritos, los habitantes de la Salamanca, reciben en oscura ceremonia en la profundidad de su cueva, consagrada al culto del diablo, a aquellos que quieren asistir a sus sesiones y adquirir la sabiduría que allí existe.
Dícese que para trasponer la entrada, es preciso, por sobre todas las cosas, renegar de Dios y de Cristo.
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Y es que la Salamanca está poblada por seres fantásticos, alimañas repulsivas que se ciernen sobre el cuerpo del aspirante a salamanquero.
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Por lo común, una música alegre atrae a quienes pasan por sus proximidades.
La superstición llegó a nosotros con los españoles:  (se cuenta que el marqués de Santillana se había hecho en una Salamanca un consumado mágico). Comunes son las Salamancas con el Uruguay, el sur de Brasil y otros países de América.
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Sabemos de Salamanca de renombre en nuestro territorio argentino, como en Santiago del Estero (Tusca Pozo, Figueroa, El río verde de Mayú Punta, El Pirucho, Sauce Espina y Lorenzo Pajada); En Tucumán (La isla, en el departamento de Tafí).
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Villafuerte nos cuenta sobre las Salamancas catamarqueñas:
-Dice que, los pobladores de Mutquín –Catamarca- del departamento de Pomán, refieren que en la zona norte, en la juntura de dos arroyos existe ó existía una Salamanca, describiéndola como un hueco profundo, con una estrecha puerta de entrada y solo desnudo podía allí ingresar. Un cuervo negro era el guía del visitante quien, de hecho, debía renegar de Dios y escupir un crucifijo que colgaba de la puerta. A pocos pasos, una enorme serpiente se le enroscaba desde los pies hasta la cabeza y si el candidato no había renunciado a Dios, lo mataba en el acto; pero si lo había hecho, mansamente se desenvolvía y alejaba (¿Podríamos decir que era como el antecesor de las barras-scaner que hoy conocemos en supermercados y aeropuertos?)
Entonces, el aprendiz de brujo penetraba al recinto donde hombres y mujeres, desconocidos para él, bailaban al compás de una música deliciosa…
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“Un rococó de la isla cantaba su amor
a una sapa vestida de azul.
Carboncillo bailaba luciendo la flor
que a los ciegos devuelve la luz…!”.
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… nunca nadie ha podido descubrir nada porque, decían, que cuando se acercaban atraídos por una música lejana, y próximos a llegar, un bullicio infernal los alejaba; pero sin embargo la describen en esa forma.
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Para algunos pobladores de Cordobita, departamento de Tinogasta, las brujas existen y su aprendizaje lo hacen en la Salamanca, después de duras pruebas: Montan un chivo, se trepan en un árbol movedizo, luego una serpiente enorme se les enrosca suavemente en todo el cuerpo.
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En Belén, detrás de un pequeño cerro, al oeste de la población, una simple cueva se abre en la tierra y que adentro se ensancha en una amplia sala, en ella una orquesta ameniza la danza de las brujas que concurren allí para recibir las órdenes del diablo.
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En la Salamanca de los Robledos –también de Tinogasta- cuentan que al pie del cerro existe una Salamanca, en cuyo interior hay un pozo lleno de agua, elevándose en su centro un álamo flexible que se inclina para todos lados. A su alrededor, sobre un borde alto, se sientan los que quieren ingresar al círculo del diablo. Un poco más allá, sobre una piedra lisa, aparece “el malo”, y desde allí les enseña lo que quieren aprender. Luego el álamo se encorva hacia la primera del círculo, que se halla completamente desnuda y le levanta la cabeza,  separándosela del cuerpo. Con todas hace lo mismo. Una vez reunidas, les enseña garrote en mano y la que no aprende lo hace a fuerza de palos y también nadan las aguas del pozo. Luego, cada cabeza vuelve a su respectivo cuerpo, alejándose para volver el día que el diablo les señale.
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Y cuéntase también que, quienes se convierten en salamanqueros, ya nunca más pueden vivir sin ella, porque entre brujas, demonios y diablos, la música los hechiza y los atrapa, indefinidamente, para bailar… y bailar… y bailar…
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“Socavón donde el alba muere al salir,
Salamanca del cerro natal;
Y en las noches de luna se puede sentir
a Mandinga y los diablos cantar…
Y en las noches de luna se puede sentir
a Mandinga y los diablos cantar…!!!”
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-Fantástico relato de quien nunca estuvo en una Salamanca, basado en mitos y leyendas argentinas que rescatara el folklorólogo, Prof. Don Félix Coluccio (n.23/08/1911 – f. 04/08/2005).
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