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miércoles, 21 de abril de 2010

Un pícaro regalo

Cuento breve

Después de muchos años de matrimonio él pensaba que todo había cambiado demasiado y tenía una queja constante, porque decía que él no había cambiado tanto, pero que su esposa sí. Él tenía en su interior las mil primaveras que habían pasado desde su juventud y su esposa había albergado mil inviernos ¿donde habían quedado esos momentos amorosos que hacían que la sangre hirviera, que la pasión los desbordara, que el amor se demostrara segundo a segundo? No tenía respuesta, pero era algo que añoraba desesperadamente, su esposa no decía nada, las mujeres son más sufridas, pero seguramente sentía lo mismo.
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Un día su celular avisaba que tenía un mensaje, cuando lo abrió, todo su ser cambió, el mensaje decía: “Cuando hoy te vi, quedé impactada”. Pero en verdad el que quedó impactado fue él, no podía creer que alguien lo haya mirado a esta altura de su vida, el mensaje le alborotó las mil primaveras que tenía en su interior, se sintió joven de nuevo. El número del mensaje no le era conocido ¿quién sería? Enseguida contestó “¿nos conocemos?”. “Por supuesto” afirmó ella, y eso lo mató ¿cómo puedo ser tan ciego? Se preguntaba. Está cerca de mí, me está mirando y no me doy cuenta, soy un tarado.
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Los días pasaron y los mensajes iban y venían, cosa que pudo disimular bastante bien, pero lo que no pudo disimular fue su alegría, la euforia le brotaba por los poros, era pura adrenalina y su esposa lo notó. ¿Qué te pasa que hace unos días que andás muy contento?
Nada –contestó él, haciéndose el desentendido- sabés que siempre he tenido un carácter alegre, no sé por qué habría de cambiarlo.
Me parece que vos andás en algo raro –replicó ella-. Y quedó todo ahí.
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Los mensajes seguían yendo y viniendo, pero el último lo desequilibró: “¿Nos encontramos en una confitería?”. ¿Y ahora qué hago? -se preguntaba - Esto está tomando un tono que no sé cómo lo voy a manejar. Cortaré con los mensajes, pero ella me conoce y va a pensar que soy un cobarde, por otro lado todo esto me ha hecho sentir muy bien, debería ir para agradecerle lo bien que me he sentido por sus elogios pero que solo amo a mi esposa y ese amor no se puede compartir, sí, eso es lo que haré, así que le contestaré “dónde y cuándo”. Inmediatamente vino la respuesta “mañana a las 17hs. en Edelweiss”.
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Ese día fue largo, muy largo y de puros nervios, era una gran prueba para él, debía enfrentar una situación como la que hacía muchos años no enfrentaba, rechazar a una mujer y la pregunta era ¿lo podría hacer?.
Como a las cuatro las cosas se vieron favorecidas, su esposa dijo que tenía una reunión con unas amigas y se fue, ya no tendría que poner ninguna excusa por su salida, se cambió y salió para la cita.
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Cuando llegó a la confitería, no hizo más que poner un pie en el umbral y sin ya poder echarse atrás, vio a su esposa sentada en una de las mesas, su mente flasheó, se fue casi cincuenta años atrás y vio a su novia, una veinteañera, sentada saludándolo a él con el movimiento de una mano, era preciosa, pero rápidamente volvió, mientras caminaba hacia la mesa pensaba, ¿Qué voy a hacer cuando aparezca la otra? ¿Qué voy a decir? Pero siguió adelante como para ponerle el pecho a las balas, al llegar al lado de ella la besó y ese beso fue como el de la primera vez, pero en cuanto se separaron ella preguntó ¿qué hacés por acá? Mintiendo descaradamente y mirando para todos lados le contestó que nada, solo dando una vuelta. Se sentó, le tomó las manos, se miraron a los ojos y no necesitaron decirse nada, de pronto los celulares con su anuncio de mensajes rompieron el encanto de ese momento, era uno para cada uno, los dos automáticamente se pusieron a leerlos, el de él decía “los vi tan felices que no era lógico que me metiera entre ustedes” y el de ella decía “los vi tan felices que no era lógico que me metiera entre ustedes”. Dejaron sus teléfonos, se tomaron de las manos fuertemente y lloraron de felicidad y de alegría.
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Afuera, del otro lado del vidrio de la puerta de entrada sus hijos los miraban y reían de alegría por el pícaro regalo que les habían hecho a sus padres.
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Gotonez - 10/06/2009
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